Qué lujazo de tarde Señor, entre qué lujazo de gente y en qué
lujazo de Santuario. Sí, sé que soy un tanto apasionado, pero lo soy con eso,
con lo que me apasiona, con lo que quiero, para lo bueno y para lo malo, y como
lo siento lo cuento; como lo vivo.
Esta tarde, a las 21h en la Parroquia del Perpetuo Socorro de
Madrid, mi mujer y yo hemos tenido la suerte de asistir a una vigilia de
oración para acompañar a unos jóvenes valientes. Unos chicos
que, tal y como está el patio, han tenido el valor de dar un SÍ abierto y
consciente a Cristo: el sábado 25 de febrero recibirán el Sacramento de la Confirmación.
Enhorabuena muchachos y GRACIAS.
No he podido evitar acordarme de mi propia Confirmación, y
eso me ha hecho darme cuenta de que los tiempos no son los mismos, con lo que
el valor del sí no es igual; el suyo es mucho más significativo. Además hay una
diferencia importante: yo me confirmé junto a un grupo de amigos de toda la
vida y que, gracias a Dios, continúan siéndolo hoy, pero no lo hicimos en una
Comunidad como esta. Me hubiera gustado coger el micro, casi estuve a punto de
hacerlo, pero creí que no debía, porque yo ahí era el último en llegar por
mucho que sienta que llevo en PS los 280 años que la Congregación del
Santísimo Redentor cumplirá este año. Los propios confirmandos llevan más
tiempo que yo, y estábamos rodeados de Redentoristas –laicos y religiosos- cómo
iba a decirles nada si yo no soy más que un corazón que late en aquel lugar.
Pero les habría simplemente comentado que valoren precisamente eso, la
comunidad en la que están que es una Familia con mayúsculas; no se confirmarán
en un sitio más, ni se han preparado de cualquier forma. Lo han hecho en una
Familia que arropa, sostiene y acoge de tal forma que no se puede explicar; hay
que vivirlo. En los buenos tiempos todo es fácil, pero es que en los malos te
intuyen y alientan (Vicente, yo sé bien eso: gracias). Con lo bueno y con lo
menos bueno, pero que lo valoren, que no lo olviden, que lo mimen. Como en toda
familia habrá momentos buenos y menos buenos, de manera individual se podrá
tener un día más o menos acertado como cualquier persona en cualquier familia,
pero al final siempre te encuentras lo mismo en cada uno de sus miembros: el
calor de un abrazo Redentor, una entrega sin límites. Ese es un valor que deben
cuidar, atesorar, compartir y transmitir. Se lo vino a expresar así el inmenso
Antonio Yriraz, otro joven ejemplar. La diferencia, el estilo, lo marca de
manera indiscutible Alfonso María de Ligorio día a día, porque al Santo
Fundador de esta Congregación le podemos encontrar en cada Redentorista con el
que entremos en contacto.
Ha sido eso, una vigilia familiar, dirigida por el P Ambel,
del que no voy a decir nada porque hay veces en las que para quedarse corto es
mejor callarse; rodeados de gente querida y admirada, con una persona sentada a
nuestro lado que es ya bastante más que especial para nosotros; mucho más que
simplemente especial para nosotros cuatro.
Y nosotros, que no somos más que unos corazones entregados, ahí
estábamos, latiendo con ellos como si tal cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario