Como cada jueves he acudido a la Oración ante el Santísimo, en esta ocasión no en el Perpetuo Socorro de Madrid, sino en la parroquia de la Inmaculada en Santander, ambas Comunidades Redentoristas. Es lo mismo dónde sea, porque lo realmente importante es Jesús Sacramentado, pero en ambos casos yo estoy de verdad en casa.
Mi Parroquia es el Perpetuo Socorro, pero tengo la suerte de que en ese aspecto, cada vez que vengo a Santander a casa de mis padres puedo hacer la misma vida. Eso sí, la feligresía es diferente, porque tengo que reconocer que la de mi ciudad natal es ciertamente hierática, aunque creo que deseosa de recibir un empujón. Algo así como un grito interior y exterior de “ESPABILAD”, como sugirió durante unas catequesis para el Adviento un sacerdote Redentorista.
El comienzo fue completamente diferente al que estoy acostumbrado y que realmente me entusiasma. Hoy al empezar he recordado las Adoraciones de mi infancia porque la estética era muy parecida. Simplemente la estética, nada más; en cuanto empezó a hablar ahí estaba él, el P. Víctor, todo un Redentorista. Una prédica cargada de inteligencia, sentido del humor, bondad, sensatez, alegría, ánimo, impulso y motivos suficientes para que todos reflexionáramos. El lenguaje y el fondo propios de unas personas que tienen la asombrosa capacidad de cautivar, de contagiar; misioneros que enganchan, que arrastran, que enamoran porque te llevan a enamorarte directamente de Jesús, que es lo suyo. Y te contagian a dejarte a arrastrar para querer arrastrar; que enamoran para enamorar; que cautivan para cautivar. Cada misionero de esta Congregación es una invitación a ponerte en marcha, hacen surgir en uno un resorte para abandonar el hieratismo, romper los respetos humanos y querer lanzarte al ruedo en lo que sea. Y hoy claramente nos han invitado a hacerlo pero con alegría, con una alegría no fingida sino nacida como consecuencia natural de Aquel que nació el 25 en un humilde pesebre para liberarnos a todos, para ofrecernos la Redención.
Hoy en la oración, mientras leía el Evangelio de Nochebuena, no pude evitar pensar que no es anecdótico que los primeros a quienes se les apareció el Ángel fueran unos pastores, lo más bajo de la sociedad de aquel lugar y momento, excluidos del Templo, incultos y pobres. Como más de 1700 años después unos pastores inspiraron a Alfonso Mª de Ligorio un camino florecido con la fundación de la Congregación del Santísimo Redentor, en cuya casa estábamos.
Villancicos, un discreto uso del latín, el magnífico Tantum Ergo, el Humeral sobre los hombros del sacerdote para la bendición con el Santísimo. Una combinación litúrgica ortodoxa y, no sólo abierta, sino incitando a la participación, en un ambiente alegre y completamente natural.
Los ritmos rituales los marcan quienes ofician, preparan y participan, y yo me he impregnado en PS de unos ritmos estéticos que he asumido gozosamente como propios. Dependen de las personas, los tiempos y los puntos geográficos. El todo a Quien adoramos. Pero el fondo va más allá de las personas, porque implica al carisma mismo que un día les llevó a seguir los pasos de San Alfonso. Y ese fondo estaba tan vivo hoy como cada jueves en el Perpetuo Socorro de Madrid. El mismo que a mi me hace sentirme en casa y feliz sea cual sea la parroquia Redentorista en la que me encuentre. Por él doy gracias; por poder vivir mi fe con mi mujer y mis hijas en esa gigante Familia.
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