Ponernos en disposición de vivir el Adviento como tiempo de preparación para la gozosa Venida del Niño Dios es sencillamente una gracia en sí misma. Yo tengo la suerte de poder hacerlo en familia, y en una comunidad sólida y que impregna cada actividad de una alegría que sólo puede provenir del Redentor.
Comenzarlo interiormente de la mano de Juan, para ir siguiendo los pasos de María y José hace que vayan cayendo como minúsculas gotas de Su Gracia para ir vistiendo de color el arenal de mi alma. Esta mañana, escuchando el canto de entrada de la Misa Pampina del jesuita Cristóbal Fones, me he dado cuenta de cómo en estos días que ya han transcurrido desde que comenzó el nuevo Año Litúrgico, se van notando las gotas del manantial de Agua de Vida que esperamos la Noche del 24, capaz de hacer florecer incluso el Atacama, el desierto más árido del planeta; capaz de hacer florecer el alma más reseca regándola con su Palabra e iluminándola con su Luz.
La voluntad y la disposición han de ser individuales, pero qué fáciles ponen las cosas los Redentoristas, sacerdotes, religiosos y laicos. Ya, ya sé que obviamente puedo no resultar objetivo a primera vista, pero mirando bien los hechos, podemos darnos cuenta de que lo que afirmo es de una objetividad que casi lleva al hiperrealismo vital:
Comenzamos con un concierto ya mítico organizado por el Grupo de Jóvenes; desde el lunes de la semana I nos ofrecen unas catequesis semanales que nos despiertan, edifican y animan para recibir al Niño; tenemos la posibilidad de rezar Laudes cada mañana con parte de la Comunidad, algo que para mí está siendo indescriptible, y vísperas en la misa de 19h; este sábado un numeroso grupo de familias pasamos una intensa jornada en Cercedilla compartiendo el día catecúmenos de Primera Comunión y de Confirmación, catequistas y padres, jugando, reflexionando y orando sobre este tiempo; ese mismo día, otros participaron en una Marcha Solidaria a beneficio de AS, la ONGd Redentorista; el Triduo a la Inmaculada… Y no hablo de lo que queda por que ya irá viniendo.
Y no es algo improvisado o que llegue de la nada, porque cada día del año van plantando semillas de Redención que florecen con la lluvia de la Gracia, por eso en los tiempos fuertes todo se intensifica. Por eso, sean cuales sean las circunstancias o a pesar de ellas, al escuchar la canción de Fones me he dado cuenta de cómo mis nubes han empezado a disiparse, la Luz ilumina y se va empezando a sentir el calor del Pesebre.
Y así voy recorriendo este tiempo de Adviento, bajo una Estrella y camino de Belén.
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