Nueve de noviembre de 1732, Scala (Reino de Nápoles): Alfonso Mª de Ligorio funda la Congregación del Santísimo Redentor, más conocidos como Redentoristas.
Han transcurrido 279 años en los que la Congregación de este gigante, canonizado el 26 de mayo de 1839, ha dado a la Iglesia varios santos además de su Fundador (San Gerardo Mª Maiela, San Clemente Mª Hofbauer, San Juan Nepomuceno Neumann), unos cuantos beatos (Genaro Mª Sarnelli, Pedro Donders, Francisco Javier Seelos, Gaspar Stanggassinger, Dominik Trcka, Nicolás Charnetskyj, Basilio Velychkosky, Iván Zyatyk, Zenón Kovalyk), y figuras nacionales como las de los Mártires de Cuenca, Madrid y Valencia, o el siervo de Dios Francisco Barrecheguren. Pero más allá de los efectos sonoros y ejemplarizantes reconocidos oficialmente por la Iglesia a los Redentoristas, la presencia de estos sacerdotes y religiosos por los cinco continentes, llevando a diario y de manera incansable la Buena Noticia a los “más necesitados de auxilios”, nos presenta muestras vivas de la grandeza, generosidad y buen hacer de unos misioneros que van sembrando el mundo de santos anónimos. Sus vidas son en sí mismas el acta notarial palpable y constante de la pervivencia del espíritu de su fundador en ellos.
Son 279 años caminando por cuatro siglos de la historia del hombre, lo que implica encarar muy distintas situaciones sociopolíticas y en diferentes zonas geográficas. Llevando la Palabra a todos aquellos rincones en los que se hacen presentes, mostrando la grandeza del Redentor, del Hombre más impresionante de la historia, por ser Dios, Hijo de Dios, muerto y resucitado.
El paso de los tiempos ha hecho que necesariamente se hayan ido adaptando a los diferentes cambios, sin renunciar a su esencia, a su carisma, y con el mensaje invariable del Evangelio en su boca y en sus actos. No ha sido una adaptación tal cual, para acomodarse a las demandas sociales; en absoluto. Y ello les ha llevado en un buen número de casos al martirio, y les sigue llevando hoy a la defensa extrema de los más necesitados, siendo unos misioneros de avanzada vital y teológica (Lc4, 18-19). Fieles a la Palabra, fieles a la Iglesia y fieles al hombre. Haciendo saber a todos dónde se encuentra la abundante redención: Copiosa Apud Eum Redemptio.
Sin duda San Alfonso, aclamado Doctor de la Iglesia en 1871 y proclamado Patrono de todos los confesores y moralistas en 1950, habría de sentirse orgulloso de sus hijos presentes en 76 países. De los que son y de los que han sido hasta ahora, como una cadena continua e irrompible de transmisión de la Palabra en un mismo Carisma. Lo haría si el orgullo no fuera una tímida sombra del amor propio, porque él nos muestra cómo el amor propio echa a perder la mayor parte del fruto de las buenas acciones.
Misioneros no sólo de vidas de frontera dignas de un telediario, misioneros de la calle, del día a día (yo tengo en el corazón y en la cabeza unos cuantos rostros y nombres de esos grandes hombres). S.S. Benedicto XVI, en la audiencia general del 30 de marzo de 2011, señalaba a San Alfonso como maestro de vida espiritual sobre todo para la gente humilde, resaltando su modo de actuar basado en una bondad suave; asimismo nos recordaba cómo la espiritualidad alfonsiana es eminentemente cristológica, centrada en Cristo y su Evangelio. En dicha audiencia el Santo Padre ponía especial énfasis en la actualidad de las enseñanzas de San Alfonso, y explicitó toda una clara manifestación de reconocimiento a su Congregación.
Estos misioneros forman hoy una Familia integrada por sacerdotes, religiosos y laicos (desde que en 1991 se instituyera esta figura en el XXI Capítulo General). En España la primera fundación se remonta a 1864; además, gracias a su presencia comenzó a venerarse en nuestro país el Icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, siguiendo el encargo de S.S. Pío IX: “Dadla a conocer a todo el mundo”. Hoy son quince las provincias españolas que tienen la suerte de beneficiarse de la realidad Redentorista, de su espontánea naturalidad, su incansable entrega, su bondad, aunque su misión no sólo se circunscribe a ellas. Allá donde hay un misionero Redentorista nos encontramos con un Evangelio andante; allá donde hay un misionero Redentorista hay una persona que se engancha para siempre en el corazón de otra.
Por eso el 9 de noviembre es para la Iglesia en general, y en particular para todos los que tienen o han tenido contacto con los miembros de ésta Congregación, una fecha de celebración. Y yo la siento de manera personal, íntima y especial, y le doy un enorme GRACIAS a todos ellos; un enorme y explícito GRACIAS de manera concreta a su Santo Fundador y a un entonces recién ordenado sacerdote Redentorista que, sin pretenderlo siquiera, hizo que me enamorara de San Alfonso. De modo que, agradecido y anonadado, voy tratando de tomar verdadera consciencia de mi pequeñez. Y desde mi pequeñez permanezco a su puerta, con mi mujer y mis hijas, porque si el mejor legado que les puedo dejar es la vivencia de la fe, no encuentro mejor expresión de esa fe que la Redentorista.
gracias por compartir un poquito de la historia de nuestra familia! felicidades para ti tambien!
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