Scala News

jueves, 6 de octubre de 2011

¡45 años!


Hoy cumplo cuarenta y cinco años. Cuarenta y cinco; no me lo acabo de creer, la verdad, pero así es. Lo rápido que han pasado. ¡¿Cómo me verán mis hijas?! Supongo que como un venerable anciano. Pero lo cierto es que me siento ni siquiera de veinticinco, más bien como si acabara de aprobar la selectividad...... y anda que no ha llovido. Debe ser cuestión de carácter. Pero el espejo y la báscula te llevan de manera cruel a la realidad: de un bebé peloncete a un gordo barbudo. Y aunque justo estos días he empezado una nueva carrera, lo cierto es que la vida como hombre casado, padre de familia y trabajador me obliga a hacer juegos malabares para sacar ratos de estudio; y sin embargo estoy feliz. ¡Y parece que fue ayer cuando embarcaba rumbo a Londres…!

Uno detrás de otro hasta cuarenta y cinco. Ufff. Es un cumpleaños más, pero quizás por aquello de las cifras redondas tiendo a recapitular cada vez que cumplo otro lustro. En esta ocasión no voy a hacerlo demasiado, porque ya llevo un buen añito de reflexión, recapitulación y cargado de intensidad. 

Pero sí siento en un día como hoy la cercanía de mi madre, que en realidad debería ser la protagonista, porque es quien pasó lo suyo aquel 6 de octubre. De ella es de quien tengo mi primer recuerdo, en sus brazos, con su calor y sus besos. Hay una foto que me encanta en "La Gaviota", la casa de mis abuelos, en la que estoy en sus brazos que me recuerda a un cierto icono. Aún en la distancia, y yo con 45 y ella con 77, así la siento hoy. Una vida familiar normal, de la que recuerdo como fogonazos tantos momentos felices; no solamente a mis padres. También a mis hermanos, a Ana que no es sólo una hermana, es mucho más que eso y necesitaría otros 45 sólo para poder explicarlo. A Juan que me ayudó a crecer durante los muchísimos años que vivimos solos, a pesar de no ponérselo nada fácil. A Nacho; un cuñado de quien tienes el primer recuerdo a los siete años llevándote a las ferias, no es un cuñado, es alguien que también excede a su definición, por tantos motivos que el agradecimiento se haría demasiado largo. A Pilar que me acogió en su casa los primeros años de su matrimonio. Y no puedo evitar el dolor por mi hermana perdida. Mis sobrinos, Nacho y Ana, dos bebés convertidos en un hombre y una mujer fuera de lo común.

Fogonazos de felicidad con mi abuela en casa, la impagable experiencia de que mi abuela viviera sus últimos años con nosotros; nuestras largas conversaciones. La vida y la muerte como ejemplo, tránsito y comprensión de la transcendencia del ser humano. Un ejemplo ahora que tanto se manipula la muerte con leyes disparatadas y eufemismos como "muerte digna"; como si morirse, en lugar de un hecho normalmente natural, fuera algo indigno en sí mismo.

La suerte de que mis amigos de siempre, desde la primera infancia, sigan a mi lado: Gonzalo y Belén, Ana y Curro, Ramón, Pilar y Gonzalo, María y Pepe, Íñigo y Marta; casi toda una vida compartida. Las incorporaciones que se produjeron como auténticos regalos: Pota y Patricia (y Tilde, Lalo..), Miguel y Mayra, Pipiolo, Joaquín y Luisa, Gonzalo y Suyapa. Y tantos otros: una Keka recuperada, Pérez, Ruiz, Antoñanzas, Rocío, Javichu, y ese puñado de grandes personas de PS mayores y jóvenes...... Los queridos escolapios que han vuelto a mi vida gracias a la presencia tecnológica del P José Fernando Juan Santos trayéndome de nuevo los recuerdos más lejanos de mis primeros contactos con Calasanz; para mí ha sido algo gozoso e importante.

Mis Redentoristas, una bendición, un auténtico regalo del Señor en el momento más adecuado. No se limita al día de hoy, uno de los fogonazos más nítidos e intensos es la imagen del P Benigno Colina en Santander dándome la Primera Comunión, y muchos del Hermano Esteban quien me regaló mi primer Icono del Perpetuo Socorro. Este año, ya siendo cofrade, el P Pedro Guembe me regaló el segundo. Y de su mano una Comunidad generosa y entregada aquí, en Madrid, en la calle Manuel Silvela. Unos misioneros fuera de lo común, y un puñado de personas generosas que han entrado en mi vida. En el Santuario del Perpetuo Socorro donde un individuo impredecible me presentó a San Alfonso. Y de su mano, de la de todos ellos, un hito de fe incomparable: la JMJ.

Los cinco últimos años encierran también la época más dura de mi vida: la crudeza del paro, la realidad que te golpea directamente en la línea de flotación, y te lleva a la consciencia palpable de que tus pies son de barro comprendiendo que la realidad de la debilidad es la realidad de la vida (Memento, homo, quia pulvis erit et in pulverem reverterit). Y el Señor que no abandona, que te socorre, hecho carne en personas reales, la primera como siempre mi mujer. El Señor, cuyos brazos te acogen, te sostienen; y de Él la llegada dichosa e impagable del P Jorge Ambel Galán quien me agarró de la mano y me ayudó a afianzar el piolet de mi vida en la Scalada de la fe hacia el Señor. Alguien a quien, le guste o no, quiero de verdad y siento parte viva de mi propia familia. Porque le reconozco hermano más allá de los afectos, hermano en Cristo Redentor; aunque él sea Padre, o precisamente porque lo es.

Y María, mi mujer: el mejor regalo de Dios que puso frente a mí un 15 de agosto. Paciente y generosa. Mi apoyo, mi sostén, mi Amor. Mi Camino. El recuerdo siempre vivo de ese primer día en que Íñigo me presentó, gracias a las hermanas Pinedo, a "una chica muy hacendosa", sin saberse portador de un regalo de lo Alto, y mi llegada a casa diciendo que acababa de conocer a la mujer con quien me iba a casar. Contemplarla enamorado aquel 31 de octubre entrando por la Iglesia mientras el coro entonaba el gregoriano "Ave mundi spes María". Mi todo. Y de ella esta familia en la que nos esforzamos por que se bendiga Su nombre: nuestras dos hijas, Toya y Paula. Lo único realmente bueno y bello que he sido capaz de crear en estos 45 años. Esa primera vez en mis brazos, sintiéndome más pequeño que ellas, henchido de amor y responsabilidad. Ellas tres son mi misión primera, mi Amor, mi entrega.

Con un futuro ante Él y para Él. Cargado de nuevos proyectos y abierto a Él. Dispuesto a dejarme sorprender.

Son cuarenta y cinco años en los que el Señor me ha regalado la vida cada día; como cada día me da una oportunidad más para mejorar. Y a cada caída encuentro su mano para levantarme de nuevo. Cuarenta y cinco años por los que dar gracias. Por eso hoy en casa, en el Perpetuo Socorro, durante la Oración ante el Santísimo le daré en silencio las gracias, de tu a Tu, y le ofreceré el tiempo que decida regalarme.

Tb 8, 5-10 "... para que se bendiga Tu nombre por siempre."

4 comentarios:

  1. Muchas, muchas felicidades. Para ti, por supuesto, y para tu familia, cómo no. Es un placer sentirte cerca. Dios bendiga tu camino, te dé vida, y muestre su Luz en tu historia una vez más.

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  2. Querido Enrique: Qué generoso eres, y no por nombrarme, que eso da igual, sino porque siempre despiertas la sensación de ser y estar feliz. Por todo eso, 45 años de regalo, de un regalo constante a los demás.

    Miguel A.

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  3. ¡Queridísimo Enrique
    ¡¡¡Muchísimas felicidades!!!!, me ha emocionado tu manera de contar tus sentimientos y vivencias (como cuando cuentas el momento en el que conociste a María, ¡es una maravilla!), pero sobre todo esa felicidad que desprendes por vivir cada aspecto de tu vida con tus ojos puestos en el cielo, gracias por tu testimonio que tanto nos edifica a los que formamos esta familia, es una suerte para nosotros tenerte como amigo, ¡gracias!.
    Que Dios os bendiga a María a tí y a las "niñucas"
    Suyapa

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  4. LLego casi un mes tarde, pero te deseo una vida de Amor muy larga y daré gracias a Dios por haber tenido el honor de conocerte con motivo de la JMJ donde hemos llegado a ser compañeros de fatigas y de fe-

    Camino

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